No sé si es mi imaginación o siento que me estoy adaptando sorprendentemente rápido a esto de vivir en una isla remota, lejos de mis padres de los que nunca me había separado por más de un par de semanas y a la buena de Dios. No obstante, hay algunas cosas que de pronto me dan dolores de cabeza. No todo es miel sobre hojuelas. Uno de mis problemas (en realidad es un pequeño problema) quizá puede parecer ridículo y absurdo, pero aún así no puedo hacerlo parte de mi vida cotidiana al 100%.
Olvídense de preguntar a cuántos kilómetros está su trabajo, o a cuántos grados Centígrados estamos, o de pedir un kilo de naranjas. También olviden pedir litros de gasolina o botellas de agua de un litro. Acá en Bahamas la onda es el Sistema Inglés y por consecuencia lo que rifan son las pulgadas, pies, millas, onzas, libras, grados Farenheit y demás cosas que francamente he odiado poquito desde que iba a la escuela. Perdón Sistema Inglés que te enteres de esta forma pero algún día te ibas a dar cuenta.
Sí, ya sé que no suena a ser gran cosa, pero la verdad es que para mí siempre ha sido un poco complicado este tema de las unidades del Sistema Inglés y las hacía a un lado cada vez que me era posible. Sí, como buen ingeniero de vez en cuando tenía que hacerles frente y convivir con ellas, pero la verdad es que lo nuestro era pura hipocresía y les huía todo el tiempo. Las vueltas que da la vida...
Ahora es mi pan de cada día y cada vez que hablo de "kilos", metros o litros todos a mi alrededor me ven con cara de "¿de qué chingados me estás hablando?" (perdón por el "chingados", pero es que esa es la cara correcta). El principal problema es que mi cabeza se empeña en querer transformar inconscientemente las medidas a mi querido Sistema Internacional y pues nomás me hace más pelotas. Pero es cuestión de hacerlo entrar en razón. Recuerden, todos los males están en la cabeza...
Mi situación más divertida al respecto fue durante una valoración médica en la que me preguntaban mi talla y mi peso. Obviamente esperaban que les respondiera en pies, pulgadas, libras y yo obviamente nunca he tenido prendido el switch para responder esa información en otra cosa que no sean metros, centímetros y kilogramos. No sé qué fue mejor: si la cara que pusieron cuando les dije 1 metro 72 centímetros o mi cara mitad "ya metiste la pata" y mitad "tienes que hacer la conversión en chinga" (obviamente auxiliado por mi fiel amigo Google. Digo, soy ingeniero pero como dicen aquí, don't push it -algo así como un: "no se quieran pasar de lanza" y no hay nada más rápido para convertir unidades que el buen Google. Por cierto, ¿hay algo que Google no pueda hacer?) para terminar diciendo que medía 5.64304462 pies. Recibí una nueva cara de extrañeza junto con un "¿punto sesenta y cuatro?, ¡nunca he escuchado que alguien mida 5.64 pies!, ¡explícame eso!". Afortunadamente recapacité acerca del uso de los decimales en estos menesteres y lo dejamos en que mido 5 pies 8 pulgadas. Total, ¿a quién le hace daño que me regale unos milímetros de estatura?...
Y bueno, ya mejor ni les digo cuántas libras traigo encima... que dicho sea de paso, Bahamas se está encargando de quitármelas poco a poco. ¡Gracias Bahamas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario