domingo, 9 de febrero de 2014

Dibujar un huipil y no morir en el intento

Desde que tengo uso de razón me ha gustado dibujar y, sobretodo, creer que soy medianamente bueno para el dibujo. Mi mamá guarda celosamente muchos de los dibujos que yo le hacía cuando tenía entre tres y cinco años. La mayoría de ellos correspondían a garabatos de "el correcaminos", lo cual no era difícil de entender toda vez que era mi caricatura favorita en ese entonces. Siempre quise que mis papás me inscribieran en una escuela de dibujo y a la fecha desconozco la razón por la que nunca la hicieron... pero bueno, el tema no es para mis traumas infantiles porque son muchos y aquí no caben. Todo el tiempo tengo ganas de dibujar; dibujar lo que sea. Simplemente no puedo evitar hacer cualquier garabato cada vez que tengo un lápiz y papel a la mano.

En octubre de 2013 me propuse dibujar algo, algo que pudiera hacerme sentir orgulloso de decir "yo lo dibujé", algo que pudiera gustarme tanto al final que pudiera enmarcarlo y colgarlo en alguna de las paredes de la casa, pero sobre todo, algo que cada vez que mirara me hiciera recordar a esa persona especial que llevo en mi cabeza y en mi corazón en todo momento, y que aún si no volviera a ver sus preciosos ojos cafés pudiera voltear a ver aquél dibujo y acordarme de ella al instante. Y así comenzó esto.

Saqué esos colores que estaban guardados y que hacía mucho tiempo no utilizaba, me hice de un buen sacapuntas, una goma decente y un gran trozo de papel ilustración. Acudí a mi buen amigo Google para buscar aquello que tenía en mente, un hupil con muchos colores:

2013-10-02

2013-10-20

2013-10-23

2013-12-08

2013-12-08

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2013-12-22

2013-12-24

2013-12-30

2014-01-07

2014-01-08

2014-01-14

2014-01-15

Colores que aparecen en una o más ocasiones. Mi color negro casi muere...

Y el gran final:

tlamachiliztli,50 x 40 cm

La verdad es que no le invertía demasiado tiempo a dibujar, es por eso que el proceso duró unos cuatro meses, pero al final creo que el resultado rebasó mis expectativas. Ahora sólo le hace falta un marco. Evidentemente no creo que sea un gran dibujo, pero al final tengo lo que quería: colores, flores, su recuerdo y todo hecho con mis propias manos. Por cierto, el huipil original puede verse aquí, aquí o aquí, no encontré el flickr de donde saqué el diseño inicialmente, pero igual le doy las gracias.

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