El pasado sábado leí un artículo sobre cómo el iPod classic influyó en la vida de alguien. Inmediatamente me sentí identificado con esa persona que escribía de cómo el iPod había llegado a revolucionar su vida con la posibilidad de cargar toda su biblioteca musical en el bolsillo de su pantalón, lista para cualquier circunstancia, para cualquier momento. Y recordé cuando tuve mi primer iPod a inicios de la universidad: un modelo de 32Gb que fue (y ha sido) el mejor regalo de cumpleaños que mis padres me han dado jamás y al que, a pesar de que ya no funciona, sigo conservando en uno de mis cajones junto con otros preciados tesoros que he ido almacenando durante mi paso por esta vida.
Lo que más me llamó la atención de ese artículo fue la llamada "experiencia iPod". Me remonté a mis épocas de universitario en las cuales me perdía en mi biblioteca musical en todo momento: mientras tomaba el autobús que me conducía todas las mañanas a la universidad o cuando iba de vuelta a casa, en mi cuarto, en el patio de la casa de mis padres o por las calles de mi pueblo. Mis experiencias iPod favoritas ocurrían cuando subía al techo de la casa y dejaba que el modo aleatorio hiciera de las suyas mientras el sol se ponía. Era extraordinario y sorprendente porque nunca sabías que esperar a continuación, una forma genial de pasar los atardeceres en Tetlixtac. Son de esos momentos de los cuales uno no se acuerda muy a menudo y que de pronto vienen a la cabeza y ¡pum! te hacen sentir tan bien.
Hace unos días mientras estaba en México decidí que me desharía del iPod touch que me había acompañado durante una de las etapas más felices de mi vida y que había llegado el momento de regresar a mis raíces, así que apliqué el back to basics y me conseguí un iPod classic (ahora descontinuado en las tiendas Apple). Fueron muchos los motivos que me orillaron a tomar esta decisión, pero principalmente la limitada capacidad de almacenamiento del touch y el rezago en el que había caído tras la llegada a mi vida de un smartphone.
Así que con nuevo juguete en las manos e influenciado por el artículo mencionado anteriormente, decidí que debía tener de nuevo una experiencia iPod a la antigüita. El domingo tuve parte del día libre (¡por fin!) y me dirigí al que hasta ahora es mi punto favorito en New Providence: la playa de Sandyport en la cual hay un pequeño muelle con una "¿palapita?" al final en donde cualquiera puede llegar, sentarse y ponerse a mirar el mar hasta saciarse. Yo decidí agregarle un par de audífonos y algunas de las miles de canciones que hoy en día conforman mi acervo musical, la selección correría, claro, a cargo de mi nuevo amigo.
Con la ruedita busqué la opción de "Canciones aleatorias" y así empezó uno de mis momentos favoritos de los últimos días, aderezado con 12 piezas que os comparto a continuación así como algunas fotos de la vista que tenía frente y alrededor de mí:
Por si en Spotify no salen todas las canciones, acá el listado completo:
1. You & I (Forever) - Jessie Ware
2. City of Blinding Lights - U2
3. Paralyzed - The Cardigans
4. Amo Dejarte Así - Gustavo Cerati
5. Quiero Ver - Café Tacvba
6. Reptilectric (Dramian & Luriel) - Zoé
7. Sadness Is a Blessing - Lykke Li
8. Since I Left You - The Avalanches
9. Horny As a Dandy - Mousse T. vs The Dandy Warhols
10. Bound 2 - Kanye West
11. Fix You - Coldplay
12. In This World - Moby
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