viernes, 4 de julio de 2014

Lo bonito de vivir solito, Pt. 1

Debo confesar que estando en México muchas veces cruzó por mi cabeza la idea de irme a vivir solo. Pero de sólo pensar que tenía renunciar a todas las comodidades que tenía en la casa de mis papás terminaba por ahuyentar mis propios planes. Típico. Renunciar a la zona de confort nos cuesta mucho trabajo. Yo sabía que era algo que tarde o temprano tenía que suceder, y no sé si sea porque ahora me veo obligado a hacerlo o que ya me haya llegado la hora, pero en realidad se me está haciendo lo más fácil del mundo, tanto, que he descubierto que hay algunas cosas que nunca había hecho por mí mismo y que me ahora me encanta hacer:

Lavar mi ropa: mi mamá se empeñó durante casi 26 años y medio en tratar de enseñarme a lavar y nunca pudo lograrlo. El contacto más cercano que tuve con los lavaderos de mi casa era cuando tenía que lavar las jergas o uno que otro trapillo de cocina. Pero cuando se trataba de la ropa, esas ya eran las Grandes Ligas. Llegué a Bahamas con un nivel ridículo de conocimientos en lo que respecta al tema de lavado y secado. Ahora que entendí como funciona todo el rollo de la separación de blancos, colores, oscuros y que la temperatura de lavado y que el tipo de lavado y demás cuestiones debo confesar que disfruto mucho los días de la semana en los que "toca lavar".

Debo agradecer públicamente (agradecer en un blog cuenta como agradecimiento público, ¿no?) a una de mis mejores amigas en México por haberme soportado por whatsapp el día que usé por primera vez una lavadora y una secadora, porque tuvo que chutarse todas mis preguntas ridículas acerca del arte de lavar y secar la ropa, incluyendo fotos con mensajes como "¿puedo echar juntas estas dos camisas?". Asimismo Google me ayudó a entender la elaborada simbología que traen las etiquetas de las prendas para saber qué si y que no hacer con ellas. Estoy sospechando que todo este rollo de lavar/secar no se me hace tan pesado porque mientras las máquinas hacen su trabajo yo me la paso relajándome en la alberca... es eso o que se me activó un extraño gen de señora ama de casa.

Imagen tomada de http://www.lavadoropa.com

Hacer el super: la verdad es que desde que tengo uso de razón me ha gustado mucho ir al supermercado, pero es algo que no hacía regularmente en México porque siempre que acompañaba a mis papás al "super" echaba al carrito cuanta chuchería se me atravesaba y evidentemente a mi papá no le encantaba tener que pagar por eso. Por eso se hizo en mi casa una regla invisible de la que nadie hablaba pero que todos adoptamos, una regla en la que básicamente yo no podía ir al "super" con mis papás.

Disfruto mucho de la simple actividad de ir al supermercado, pero lo que más me hace feliz es poder pasearme y ver todos los diferentes productos que uno puede adquirir, en especial en los pasillos de galletas, cereales, botanas, pastas, frutas, verduras, congelados, bebidas... comida en general, para acabar pronto (sí ya sé, soy un gordo). 

Bahamas me regala cosas nuevas y diferentes así como algunos productos clásicos que ya podía adquirir anteriormente en México. Uno de los que más me dio gusto encontrar aquí y cuya existencia era desconocida para mí fue el refresco de Jolly Rancher. Siempre he sido bien fan from hell de las Jolly Rancher y este es uno de mis sueños más gordos hecho realidad:

No apto para diabéticos

Hay muchas otras cosas que he encontrado increíbles referentes al tema de "vivir solo". Pero ya les contaré de eso más adelante. Aprovecho para hacer del dominio público que extraño mucho a mi familia, amigos y a mis queridos Cooper y Carola. Continuará...

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