domingo, 6 de abril de 2014

¿El amor entra por el estómago?

Desde que tengo memoria he escuchado esa frase tan de señoras que dice que "a un hombre se le conquista por el estómago". Yo les diría que sí, pero realmente no sé si mi opinión sea valida u objetiva ya que prácticamente soy un gordo que disfruta de comer lo que sea. Además soy bien fácil en esto de la comida y todo (bueno, casi todo) me gusta. Así que no estoy tan seguro de que esa frase sea 100% cierta. Ni siquiera estoy seguro de eso después de haber ido al cine a ver The Lunchbox, o Amor a la Carta, que fue como se le bautizó en México.

En mi aventura de cine me tocó compartir asiento con unas señoras de edad avanzada que eran bastante divertidas y desafortunadamente, creo que sigo teniendo ese imán de personas nefastas ya que estaba frente a unos tipos frikis que hacían comentarios infumables como "imagínate ver la película, y salir, y que haya un local donde vendan esta comida", entre otros tantos. Pero bueno, todo esto está fuera de lugar, sólo necesitaba sacarlo de mi ser. Ja.

Desde que vi el trailer de la película supe que tenía que verla en cuanto estuviera en cartelera. Le traía muchas ganas en cuanto se estrenó estuve cazando algún horario y sala de cine que se me acomodara, ya que temporalmente se exhibe en el formato Sala de Arte de Cinépolis y, por desgracia, no todos los Cinépolis cuentan con una y no siempre se exhiben en horarios idóneos. Pueden consultar la información de salas y horarios dando click aquí. Si no son muy fans de Cinépolis, pueden ir a Cinemex/Cinemark: click acá.

La verdad es que no puedo decir otra cosa de The Lunchbox que no sea un "¡me encantó!". Una bonita historia de amor salpicada de muchas dosis de buen humor que nos hace reflexionar acerca del destino y sus formas misteriosas para unir y separar a las personas. Si alguien me preguntara si yo creo en el destino, respondería sin dudar que sí, sí creo. Y no creo en el destino por haberlo visto en alguna (o en cientos) de película(s), o por haberlo leído en algún (o decenas) de libro(s), creo en el destino porque lo he vivido en carne propia. Y les aseguro que todos lo hemos vivido, todos lo vivimos día a día, es sólo que aveces quizá estamos demasiado ocupados como para darnos cuenta y analizar aquello que sucede en nuestro entorno.

En resumen, la historia comienza cuando por accidente el solitario y cascarrabias Sr. Fernandes (sí, así, con "s" de sapo) empieza a recibir todos los días deliciosos platillos preparados por Ila, una esposa desesperada por llamar la atención y recuperar el amor de su marido. Y aquí es donde entra la parte que me hace dudar de todo este tema del amor y el estómago, ya que si bien al Sr. Fernandes le encantaban los platillos de Ila, personalmente creo que lo que en realidad los enamoró fueron sus palabras y esa posibilidad de tener a alguien que los sacara de la rutina de su vida y que les dijera que no estaban solos, que no tenían por qué estar solos si había alguien allá afuera que, aunque nunca hubieran visto, estaba dispuesto(a) a tomar el riesgo de iniciar una nueva vida a su lado, desde cero, aún si aquello implicaba renunciar a lo que tenían en ese momento, que prácticamente, era nada. O al menos nada que valiera la pena.

No les voy a contar cómo acaba la película porque 1) no soy un spoiler y 2) ¡ni si quiera yo sé cómo terminó todo!. La verdad es que como yo soy bien pinche cursi (la neta) y me encantan los finales felices quiero pensar que todo terminó a favor de Ila y el Sr. Fernandes (Saajan, pa' los cuates). Pero aquí es cuando algunas reflexiones y preguntas interesantes me invaden, ya que, si algo me ha enseñado la vida en 26 años es que no siempre un final feliz implica que dos personas estén juntas por el resto de sus días. De la misma manera, que algo sea bonito no significa que deba durar para siempre. Lo importante es disfrutar esos momentos increíbles que tenemos con personas increíbles porque nunca sabemos cuándo van a terminar, ya que debido a las condiciones naturales de nuestras vidas, todo, absolutamente todo es temporal y lo que tenemos hoy lo podemos perder mañana. Así que, después de mucho reflexionar, creo que ambos tuvieron un final feliz, cualquiera que este haya sido.

En mi caso está de más decir que se me antojó todo, todo, todo, todo cuanto Ila preparaba para Saajan... y yo comiendo palomitas de mantequilla y tomando té de máquina. Les dejo el trailer para que se animen a verla y una frase de la película que tiene mucha razón:

Aveces el tren equivocado nos puede llevar al lugar correcto.

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